Dos rutas educativas para una país pluricultural

Introducción

En el contexto de la educación mexicana, la reciente propuesta de la Presidenta Sheinbaum, anunciada el lunes 13 de enero de 2025, plantea una reforma significativa: la consolidación de los 31 subsistemas de educación media superior en solo dos a nivel nacional. Esta iniciativa claramente busca aumentar el número de egresados con formación técnica. Al mismo tiempo, la transparencia en la elaboración de los planes de estudio y la divulgación de avances será crucial para determinar la aceptación completa de estos cambios en las aulas de preparatoria. Este movimiento podría ser visto como el inicio de un proceso de homologación que, a su vez, prepara el terreno para el fenómeno del nearshoring, aprovechando la formación técnica de los estudiantes para atraer inversiones y empleos.

La homologación de la educación media superior en México presenta tanto oportunidades como desafíos, que deben abordarse con un diálogo constructivo para asegurar que el cambio beneficie verdaderamente a la comunidad educativa y al desarrollo nacional.

Desmenuzando la homologación de los subsistemas

La mejora en trámites administrativos es evidente

La diversidad de los 31 subsistemas de educación media superior ha resultado en procesos administrativos complejos y a menudo redundantes. Aunque los requisitos de documentación no sean extensos, no se libra uno del riesgo de tener que volver a procesar documentos si se detectan anomalías, lo que puede resultar en una espera de semanas o incluso meses para concluir el trámite. Además, este procedimiento administrativo no garantiza que el estudiante mantengan su semestre si los subsistemas entre escuelas es difieren significativamente entre si, corriendo el riesgo de perder al menos un semestre académico.

Debemos reconocer que la adopción de un sistema único a nivel nacional para la educación media superior promete eliminar estos trámites engorrosos que tanto adolescentes como padres de familia han tenido que soportar. La movilidad entre escuelas dejará de ser una cuestión a resolver, ya que todas seguirán un mismo plan de estudio, lo que simplificará enormemente el panorama educativo. En resumen, se despide al tedioso proceso de convalidación.

Adicionalmente, y con la proliferación de preparatorias y subsistemas, los certificados apócrifos han sido una realidad, quizás más común de lo que quisiéramos admitir. En mi experiencia en instituciones privadas, me he enterado a través de reuniones de equipo sobre casos en los que se les informaban a los estudiantes que portaban documentos falsos, una sorpresa amarga para quienes confiaban en la autenticidad las instituciones educativas de su localidad.

La implementación de un plan de estudio nacional, respaldado por un solo tipo de certificado, debería contribuir considerablemente a la reducción de estos documentos fraudulentos, asegurando así que los egresados de preparatoria disfruten de una movilidad más fluida, cuando así lo requieran y una progresión sin contratiempos hacia el ámbito universitario.

La infraestructura de preparatoria está en la mira

Quedó claro que uno de los principales enfoques de esta reforma es la mejora y ampliación de la infraestructura de las preparatorias a nivel nacional. Se ha destinado una inversión de 4 mil 600 millones de pesos para crear 40 mil nuevos espacios solo en 2025, abarcando la construcción de nuevos planteles, la mejora de los ya existentes y la adaptación de planteles de secundaria matutina para su uso en el turno vespertino como preparatorias.

Este desarrollo se llevará a cabo a través del programa “La Escuela es Nuestra” (LEEN), cuyo funcionamiento es bastante directo. En cada escuela se constituye un comité compuesto por directivos, docentes, padres de familia y estudiantes. Este grupo es el encargado de definir las prioridades de mejora, gestionar los presupuestos y asegurar que los recursos federales se utilicen conforme a lo planeado. Este modelo ya se ha probado en primarias de sectores con recursos limitados desde 2019 y ahora se expandirá a las preparatorias.

El recurso económico se asigna a los planteles conforme a los criterios de priorización que se establecen en las Reglas de Operación 2024 y según la matrícula de la escuela.
Se incluye gráfico de 3 círculos para indicar los 3 grupos de inversión.
Grupo 1 de 2 a 50 alumnos son 200 mil pesos.
Grupo 2, de 51 a 150 alumnos son 250 mil pesos.
Grupo 3, de 151 y más alumnos son 600 mil pesos.
Fuente: Guía CEAP 2024

El éxito de este comité depende crucialmente de la selección de sus miembros, especialmente del tesorero, quien podría manejar hasta 600 mil pesos si la escuela supera los 151 estudiantes. La participación directa de la comunidad escolar aporta esperanzas de que las metas se cumplan adecuadamente; sin embargo, no podemos pasar por alto que, en situaciones de necesidad, el ser humano puede ser susceptible a la tentación de actuar en beneficio personal. Precedentes de mala administración por parte de tesoreros, como los ocurridos en Torreón, Saltillo, Papantla e Hidalgo, sirven de recordatorio de estos riesgos.

La calidad educativa parece estar en la retaguardia

Los puntos anteriores sobre trámites y construcción son directos: un inmueble se construye y una transacción se concluye. Sin embargo, la calidad educativa presenta un panorama mucho más complejo y menos tangible. La formación del ser en un contexto nacional es menos directa y muchas veces irregular. Una métrica fría puede llegar a estar errada al intentar medir el avance holístico del estudiante.

Por otro lado, la semana pasada se mencionó la extensión del marco común curricular hacia el bachillerato, con el objetivo de asegurar una continuidad educativa coherente. También se discutió la integración con los planes de estudio de la educación superior, indicando una intención de alineación académica a largo plazo. Sin embargo, quedan expectativas sobre cómo se logrará todo esto. A diferencia de la educación básica, donde se integran habilidades básicas y temas de corte universal en un contexto tanto nacional como internacional, la preparatoria se enfoca en preparar al estudiante para su siguiente etapa de vida como joven adulto y potencial universitario. Aquí, la educación ya no aborda los aprendizajes desde un enfoque general y universal, sino desde uno de especificidad y contextualización laboral y universitaria.

Consideraciones sobre la diversidad cultural y regional

México, con su vasto territorio y diversidad regional, tiene una población formada tanto por su herencia genética como por su entorno. Un habitante de la costa tendrá costumbres y necesidades distintas a uno de la región montañosa. Esta diversidad ha llevado históricamente a la creación de 31 subsistemas educativos en la preparatoria, lo que no parece ser coincidencia sino un reflejo de nuestras diferencias culturales y geográficas.

La homologación de estos subsistemas plantea el reto de cómo conciliar estas variadas necesidades regionales. A partir del 17 de febrero, los comités de formación técnica curricular comenzarán a trabajar en esta tarea, que sin duda será ardua y debatida. Aunque no se ha confirmado una fecha de inicio para el nuevo plan, es evidente que estos cambios se esperan a corto plazo.

Propuesta para un plan de estudios adaptable

Reflexionando sobre estas cuestiones, mi expectativa es que el plan de estudios del bachillerato nacional debería equilibrar flexibilidad y rigidez. En un esquema de 42 materias distribuidas en seis semestres, entre 30 y 33 deberían ser obligatorias, proporcionando una base uniforme, mientras que de 12 a 9 podrían ser optativas. Estas asignaturas optativas, aunque con su propio programa formal, permitirían adaptar el currículo a las particularidades de cada región, conservando así la riqueza cultural y pluricultural de México.

Una certeza que tiene que suceder y espero observar sea debatida en las mesas de trabajo es que el sistema educativo reconozca y abrace la diversidad de nuestro país, asegurando que el nuevo marco curricular no solo sea una imposición homogénea sino un espacio inclusivo que valore las diferencias regionales.

La Relación con el Plan México

Para comprender plenamente la razón detrás de esta homologación y su oportunidad, es esencial observar el contexto más amplio de México.

El 13 de enero se presentó el “Plan México”, delineando los proyectos y metas para la administración actual hasta el año 2030. Entre los varios temas abordados, destacan las inversiones empresariales:

  • Se estiman miles de millones de inversión por parte de empresas tanto nacionales como internacionales.
  • Se mencionó brevemente, pero el tema del nearshoring es crucial, posicionando a México como un proveedor de mano de obra para empresas internacionales.
  • Se proyecta la generación de millón y medio de empleos hasta el 2030.

Aquí es donde la reforma en educación media superior se vincula directamente con estos planes. El “Plan México” prevé que cada año escolar produzca 150 mil egresados de preparatoria. Así, los primeros estudiantes graduados bajo el nuevo sistema de bachillerato nacional lo harán en 2028, si se inicia en agosto de 2025. Estos jóvenes estarán capacitados para avanzar a la universidad o para ingresar directamente al mercado laboral, aprovechando las oportunidades de empleo previstas.

La homologación de los subsistemas educativos permite asegurar una rápida integración de técnicos a la fuerza laboral, evitando la espera adicional de cuatro años que implicaría la educación universitaria. Los estudiantes que inician la universidad en 2025 no egresarán hasta 2029, y aún deben enfrentar el proceso de titulación, que puede extenderse de meses a un año.

Este enfoque no necesariamente representa un desenlace negativo. Muchos jóvenes que terminan la preparatoria no están preparados o no tienen los recursos para acceder a la universidad, y entre los que sí lo hacen, la deserción es común. La certificación técnica de bachillerato puede abrir opciones laborales que de otra forma no estarían disponibles.

No obstante, quedan muchas incógnitas sobre cómo estos jóvenes saldrán del nuevo sistema educativo nacional: si realmente contarán con las instalaciones prometidas, si se garantizarán las condiciones óptimas para el aprendizaje y si el desarrollo de las habilidades descritas en el perfil de egreso será efectivo.

No me quedó claro cómo se pretende mejorar el proceso de aprendizaje

Después de revisar la información presentada la semana pasada, noté un fuerte énfasis en la infraestructura, la homologación educativa, los programas “La Escuela es Nuestra” y la beca Benito Juárez. Sin embargo, se habló poco sobre cómo se mejorará el bienestar y el proceso de aprendizaje de los estudiantes.

Es verdad que existe la visión de que los adolescentes se sientan a gusto y entusiastas en la escuela, un deseo compartido por muchos, pero quienes hemos vivido en el ámbito educativo, tanto en escuelas públicas como privadas, sabemos que una infraestructura atractiva y un plan de estudios bien diseñado no garantizan por sí solos la máxima expresión del aprendizaje.

Aunque se menciona la ampliación del marco común curricular hacia la educación media y el programa “Aula, Escuela y Comunidad”, estos enfoques parecen centrarse más en la enseñanza que en el aprendizaje integral de los estudiantes.

Para materializar esta aspiración, primero hay que comprender las necesidades específicas de los adolescentes de 15 a 18 años, sus aspiraciones, la calidad de su entorno familiar, y las condiciones de la comunidad donde se desarrollan, donde pueden estar más expuestos a influencias negativas. Sí, la infraestructura escolar y un buen sueldo para los docentes son parte de la ecuación, pero esta ecuación es compleja, de un orden superior, y durante la presentación del plan de bachillerato nacional, no se aclaró cómo se pretende elevar la calidad del proceso de aprendizaje.

Ante el inicio de lo que sigue

La semana del 13 de enero fue el punto de partida para cambios sustanciales en la educación media superior de México. Mientras que algunas de las propuestas parecen encaminadas hacia un sistema educativo más equitativo y eficiente, otras dejan en el aire interrogantes sobre su aplicación y efectos a largo plazo. Es evidente que la intención es crear un sistema que no solo mejora la administración y la infraestructura, sino que también prepara a los jóvenes para un mercado laboral globalizado. En mi análisis personal, basado en los hechos presentados y las declaraciones de las autoridades educativas y gubernamentales, estos cambios parecen estar alineados con el concepto de nearshoring, posicionando a México como un destino atractivo para las inversiones internacionales al incrementar la oferta de técnicos calificados. Sin embargo, es imperativo que estas reformas se mantengan centradas en el desarrollo integral de los estudiantes, asegurando no solo su preparación técnica sino también su bienestar y crecimiento personal.

Debemos en todo momento mantener presente que servir al proceso de aprendizaje es la razón de ser de toda la estructura educativa nacional por que el verdadero motor de cambio en México es la educación.


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